Contents
¿Alguna vez te has despertado temiendo el día que se avecina? O tal vez te decepcionó un almuerzo ni de lejos tan delicioso como esperabas. ¿Qué hay de esas vacaciones con las que soñó durante meses? ¿Se desarrolló cada detalle exactamente como lo había planeado? Es una suposición común que el sufrimiento acompaña solo a las mayores dificultades en la vida: pérdida, dolor, desastre, mala salud, desamor, ya sabes el tipo. Sin embargo, el resto del tiempo, se supone que debemos ser alegres y despreocupados, ¿verdad? Todos sabemos que no es tan simple.
El sufrimiento, ya sea grande o pequeño, es una parte siempre presente de estar vivo. Los antiguos yogis llamaron a esto duhkha, un término con varios matices de significado, desde el sufrimiento al dolor, el vacío a la angustia. Afortunadamente, no todo es pesimismo. Solo reconociendo y comprendiendo duhkha ¿Podemos conocer a su hermano más dulce? sukha; felicidad, tranquilidad o dicha. El sufrimiento y la dulzura van de la mano, y comprender su delicado baile puede ayudarnos a profundizar las prácticas tanto dentro como fuera del tapete.
Insatisfacción generalizada, por dentro y por fuera
Tendemos a pensar que el sufrimiento viene solo del exterior. De esas fuerzas externas, sobre las que nos decimos que no tenemos control: el jefe enojado, el compañero infiel, la situación financiera desesperada. Desde un café mal hecho hasta un desastre natural en toda regla, casi siempre buscamos a alguien o algo a quien culpar de nuestro sufrimiento. Y, sin embargo, si alguna vez ha intentado explorar su mente aunque sea por un minuto, es posible que haya notado que parece disfrutar descansando en un estado de descontento.
Siempre persiguiendo recuerdos del pasado y fantasías del futuro, la mente está continuamente en guerra con la realidad; incómodo con el momento presente tal como es. Esta vaga y penetrante sensación de insatisfacción no se descubre exclusivamente en la meditación, la mayoría de nosotros la vislumbramos en algún nivel todos los días. Desde la decepción que sentimos cuando las cosas no son como las imaginamos, hasta la incómoda aversión que acompaña a las cosas que no tenemos ganas de hacer. Incluso cuando nuestras circunstancias externas parecen agradables, a nuestra mente le encanta declarar lo contrario; Es muy fácil imaginar unas vacaciones en las que el sol brilla demasiado y el helado demasiado frío.
Kleshas: Las fuentes del sufrimiento
Budistas, hindúes y yoguis por igual han examinado y explorado el sufrimiento como un proyecto científico sin fin; escudriñando cada detalle y buscando su fuente. Aunque cada tradición proporciona respuestas propias, se acuerda mutuamente que duhkha es una parte omnipresente de la vida. Todos experimentamos sufrimiento en algún nivel. Pero, ¿por qué es tan difícil aferrarse a la satisfacción?
En los Yoga Sutras, Patanjali identificó cinco kleshas o aflicciones como la raíz de todo sufrimiento; avidya (ignorancia), asmita (egoísmo), raaga (adjunto archivo), dvesha (aversión) y abhinivesha (temor). Este es un enfoque curioso para la mayoría de nosotros, ya que cada klesha, cada causa de sufrimiento, surge de una onda en la mente más que de una variable externa. (Obtenga más información en Explorando las 5 Kleshas).
Delirio, aferramiento y aversión
En esencia, somos infelices debido a la ilusión, el aferramiento y la aversión enterrados profundamente en nuestra mente. Sufrimos principalmente por nuestra reacción a una situación más que por la situación en sí. Si lo que sucede a tu alrededor es desagradable, es bastante comprensible que puedas tener una reacción negativa: desagrado por el momento presente, sentir aversión, aferrarse al cambio. La capa menos palpable de sufrimiento queda expuesta cuando aplicamos estos mismos kleshas a circunstancias más agradables.
Vuelve a esas vacaciones, por ejemplo. Tal vez no haya salido exactamente como estaba planeado y tal vez el sol sea un poco demasiado fuerte, pero parece que lo estás disfrutando en general. Luego, en el fondo de tu mente, comienzas a contar cuántos días quedan, temiendo silenciosamente su fin. La mayoría de nosotros conocemos este dulce dolor. Aferrarse a las sensaciones placenteras, deseando y deseando que sigan siendo las mismas para siempre. Este tipo de insatisfacción con el momento presente es duhkha en su forma más disimulada.
No hay dulzura sin sufrimiento
Por supuesto, ¿quién no quiere acabar con el sufrimiento? Es un objetivo casi absurdamente identificable. Pero la verdad es que, así como no siempre podemos controlar el mundo exterior, no siempre podemos controlar la mente. Y, sin embargo, mientras estamos ocupados apartándonos del momento presente o esforzándonos para que permanezca como está, olvidamos una simple verdad. Ya todo esta bien. Hay alegría, amor y paz en todo momento. Las aflicciones de la mente nos separan de la experiencia directa de la realidad desnuda, exactamente como es; nos vemos atrapados en historias en lugar de apreciar verdaderamente lo que tenemos frente a nosotros. La dulce comprensión que viene al reconocer esto es sukha. Es imposible saber sukha sin duhkha, no podríamos conocer la dulzura sin sufrimiento.
Las prácticas de yoga, meditación y atención plena nos ayudan a vislumbrar esta dulzura; para pausar momentáneamente en sukha y experimentar la liberación del sufrimiento, por breve que sea. Quizás la comprensión más experiencial de sukha se puede encontrar durante la práctica de asanas. ¿Alguna vez has notado que sostener al primer perro boca abajo puede resultar insoportable, hasta que rondas de delfines y la plancha lateral hacen que de repente parezca tan dulce? El interser del sufrimiento y la dulzura significa que simplemente no podemos entender y apreciar uno sin el otro.
Bienvenido al momento presente
Una vez que reconocemos y reconocemos la presencia del sufrimiento, sus raíces se vuelven más claras, más comprensibles. Mediante la comprensión, podemos superar la ilusión para aceptar y dar la bienvenida al momento presente, exactamente como es. Con la práctica, es posible sentir una sensación de tranquilidad que no está teñida por la aflicción o la aversión, un momento de pura felicidad. Experimentar sukha nos permite vernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea con mayor claridad, recordándonos que siempre se encuentra la dulzura, incluso en medio del sufrimiento más molesto. Cuanto más practiques, más dulce será tu vida, tanto dentro como fuera del tapete.
Deja un comentario