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«El valor último de la vida depende de la conciencia y el poder de la contemplación más que de la mera supervivencia». -Aristóteles
Gran parte de nuestras vidas son activas, tanto física como mentalmente. Nos esforzamos, nos esforzamos y empujamos, enviando nuestra energía al mundo. Continuamente dirigimos nuestros esfuerzos hacia afuera, siendo participantes activos en el drama de nuestras vidas. Hay mucho poder en esta actividad. Puede ayudarnos a crear cambios y provocar cambios en nuestro entorno externo. Nos ayuda a sobrevivir.
Pero para experimentar cambios en nuestro paisaje interno, como dijo Aristóteles, para ir más allá de la supervivencia, se necesita un tipo diferente de enfoque. La contemplación es una actividad potente e introspectiva. Contemplar es ver o considerar una idea, objeto o concepto con atención continua. Cuando contemplamos, permitimos que nuestras mentes se asienten y se concentren, dirigiendo nuestra energía mental hacia un lugar en particular. En la contemplación, nos volvemos hacia adentro. Tenemos una mayor comprensión de lo que está sucediendo dentro y alrededor de nosotros.
Las siguientes son formas de practicar la contemplación y tres beneficios de hacerlo.
Tipos de prácticas contemplativas
Hay muchos tipos diferentes de prácticas contemplativas. La meditación, las asanas, la oración, la escritura y el pensamiento reflexivo profundo son actividades contemplativas porque a través de ellas encontramos una calma centrada y nos adentramos en las tranquilas profundidades de nosotros. Si bien la mayoría de nuestras actividades son superficiales y variadas, las actividades contemplativas son profundas y precisas.
Beneficios de la contemplación
Te conecta contigo
En un nivel simple, la contemplación puede ayudarnos a conectarnos con el por qué estamos haciendo lo que estamos haciendo. A menudo, en medio de la agitación de la acción, perdemos de vista nuestro propósito y motivos internos. Tomarse el tiempo para contemplar nos ayuda a recuperar la concentración. Nos da un renovado interés, entusiasmo y gratitud por nuestras vidas.
(Más sobre la práctica de la gratitud en Da gracias, obtén gratitud: 3 razones por las que estamos agradecidos por esta práctica de atención plena).
Esto puede ser particularmente útil cuando sentimos que hemos perdido nuestro sentido de dirección en la vida y es posible que necesitemos dar un paso atrás para cambiar de rumbo. Cuando contemplamos, nos sintonizamos con nuestra sabiduría e intuición internas, permitiendo que estos aspectos superiores de nosotros mismos sean nuestros guías.
Agudiza tu enfoque
La contemplación mejora nuestro enfoque, concentración y disciplina mental. Aprovechar el poder de nuestra mente flexionando nuestros músculos mentales de esta manera paga dividendos en todo lo que hacemos. No es fácil, ya que nuestra mente disfruta de una estimulación variada y constante y, naturalmente, busca la distracción. Sin embargo, a través de la práctica, podemos entrenar nuestras mentes para estar más quietas. Cuando somos capaces de mantener la concentración, estamos más tranquilos, con la mente más clara y podemos dirigir mejor nuestra atención a lo que queremos hacer. Hace que sea más fácil ver el camino por delante con mayor claridad y resolver problemas. La contemplación ayuda a saber a dónde debe ir y cómo llegar.
Te libera del ego
De manera similar, la contemplación nos ayuda a comprender la naturaleza de nuestra mente. Esto significa que, en lugar de estar permanentemente enredados en la red de nuestros pensamientos, aprendemos a dominarla. Comenzamos a apreciar el hecho de que no somos nuestros pensamientos y, con el tiempo, estos pensamientos pierden su poder sobre nosotros. Cuando hacemos esto, reconocemos que nuestro ego es una mera construcción de nuestros pensamientos, no el epítome de quiénes somos en el nivel más profundo. Comprender esto trae verdadera libertad.
(Más sobre cómo lograr tal libertad en Be Brave, Be Free: 2 Yogis ‘Philosophy on Achieve Inner Freedom.)
Sin actividades contemplativas, es demasiado fácil quedar encerrado en una prisión de pensamiento, llevando a cabo acciones sin pensar y sin una conciencia real del propósito, significado o valor de nuestras vidas. Como observó Aristóteles, esto es supervivencia. Es estresante, descorazonador y potencialmente desmoralizador. La contemplación te libera de esta existencia automatizada. Te ayuda a encontrar una conciencia y una expansión que impregna y más allá de todo lo que piensas y haces.
Es la verdad
Cuando contemplas, te conectas con la parte de ti mismo que es más profunda que la mente activa, más profunda que el pensamiento y más profunda que el ego. Al hacerlo, experimentas la verdad de tu conexión con el universo, los que te rodean y todo lo que existe. Esta comprensión de la verdad se experimenta más que se aprende. Es el valor máximo de la contemplación. Es por eso que importa poco en qué tipo de actividad contemplativa te dediques: en última instancia, la realización de tu verdadero Ser será la misma, sea cual sea el camino que tomes para llegar allí. Experimentar esto te da acceso a la paz interior, la satisfacción y la libertad.
(Siga leyendo en Forget Happy, ‘Be Content’ en su lugar).
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