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Recientemente me mudé a Saigón; La ciudad más poblada de Vietnam con una energía bulliciosa y vibrante que de inmediato me enamoré perdidamente. La ciudad es un corazón palpitante, la gente circula sin cesar por 24 distritos diversos y deslumbrantes, sus arterias palpitan con el tráfico. A pesar de mi cariño por los enjambres de motos y puestos de comida callejera que le dan carácter a esta ciudad, también son fuente de un flujo constante de ruido. El silencio no es una comodidad aquí; de hecho, es muy escaso. En cuestión de semanas, el estruendoso, ruidoso y retumbante coro de Saigón se había filtrado en mi mente y comencé a sentirme un poco desconectado.
En la sociedad actual de ruido y distracción, es muy fácil dar por sentado el silencio, pasar por alto su importancia. Voluntariamente nos perdemos en todo tipo de ruidos y terminamos percibiendo el silencio como falto, cortante o vacío. Sin embargo, el silencio puede ser una herramienta poderosa. Aquí reformularé el silencio como un medio práctico para mejorar el bienestar, encontrar claridad y volver a relacionarse con el mundo que te rodea.
Silencio interrumpido
El mundo moderno está cada vez más fracturado por la distracción. Smartphones haciendo ping, sirenas a todo volumen, tráfico retumbando, televisores resplandecientes. En estos días, es una hazaña notable lograr incluso cinco minutos sin algún tipo de interrupción o interferencia. Es más, es fácil olvidar que el ruido no se trata solo de volumen; el ruido que proviene de nuestros feeds de Facebook puede rugir en la mente tan fuerte como cualquier motor. Muchos de nosotros estamos conectados las 24 horas del día, y se espera que estemos disponibles para satisfacer las demandas de nuestros dispositivos electrónicos en cualquier momento del día o de la noche.
(Empiece a cosechar las alegrías de desconectarse).
Quizás, como era de esperar, tal sobreestimulación puede afectar tanto la salud física como mental a largo plazo. Existe un creciente cuerpo de evidencia que sugiere que la sobrecarga sensorial persistente es un factor importante que contribuye al estrés y la ansiedad. Cuando nuestros sentidos se ven continuamente asaltados por el ruido y las distracciones, nuestros cuerpos pueden liberar innecesariamente hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol, mientras que nuestras mentes tienen el mal hábito de permanecer hiper-alerta. La Organización Mundial de la Salud cita el ruido en particular como una «amenaza subestimada», con vínculos con la presión arterial alta e incluso ataques cardíacos.
Reconexión, no renuncia
Afortunadamente, el antídoto para esta epidemia está disponible, de forma gratuita y realmente bastante simple: el silencio. El silencio se malinterpreta con demasiada frecuencia como un acto de renuncia o desconexión, cuando en realidad puede ayudarnos a relacionarnos con nuestro entorno en un nivel más profundo. El autor y explorador noruego, Erling Kagge, captura de manera sucinta esta idea en su libro, «Silencio: en la era del ruido». Kagge sostiene que «abstraernos del mundo no significa dar la espalda a lo que nos rodea: al contrario, se trata de mirar el mundo con mucha más agudeza, mantener el rumbo, disfrutar de la vida». En este sentido, podemos utilizar el silencio como una herramienta práctica para deconstruir el ruido de la vida y agudizar la mente, permitiéndonos reconectarnos con más claridad.
El silencio como práctica
Entonces, ¿cómo podemos practicar el silencio? ¿Qué hacemos si no podemos escapar del ruido ambiental? Estas son preguntas particularmente pertinentes mientras escribo esto en medio de los cuernos atronadores de Saigón. La verdad es que no es necesario vagar por la tierra para descubrir el silencio; está ahí, esperándote interminablemente. Incluso si literalmente no puede bajar el volumen, todavía hay una gran cantidad de formas en que puede aprovechar los beneficios del silencio. Por ejemplo, simplemente dedicar una pequeña parte del día a no hablar puede tener un efecto profundo en la creatividad, permitiendo que los pensamientos tengan el espacio y el impulso que necesitan para florecer. Es posible que descubra que pasar la tarde o noche ocasional completamente desconectado de los dispositivos y el contacto social mejora en gran medida sus niveles de energía, lo que le permite escuchar a los demás con una mayor intención de regresar.
(Más información sobre la práctica de hacer pausas en el silencio durante el día).
Aunque ahora se ha demostrado que las prácticas silenciosas más obvias, como la meditación de atención plena y los ejercicios de respiración, son de gran beneficio mental y fisiológico, cada uno de nosotros puede encontrar formas únicas de crear y cultivar un poco más de silencio en nuestra vida diaria. Tal vez puedas dar un paseo en silencio por la naturaleza cada semana o participar en silencio en una actividad que te concentre por completo durante un tiempo: pesca, jardinería, pintura, cocina, surf: la lista es interminable. Tal vez podría optar por apagar la radio mientras conduce, o tomarse un tiempo adicional en la cama para realmente despertarse antes de tomar su teléfono. Al tomar la decisión consciente de entretener el silencio, terminará creando rituales positivos que sin duda mejoran el bienestar a largo plazo y fomentan una conexión más fuerte con el mundo que lo rodea.
Tan rico en contenido como palabras
El silencio está lejos de faltar. Según Kagge, puede ser «tan rico en contenido» como las palabras si lo observa con suficiente atención. En el silencio, hay una comunicación no verbal que trasciende el lenguaje, lo que nos permite vislumbrar una comprensión única de la vida que de otro modo podría pasarse por alto. Sin aprovechar esto con regularidad, perdemos el acceso a una dimensión completa de nuestro ser. El silencio permite la reflexión y estimula la autoconciencia, empresas para las que rara vez tenemos tiempo en sociedades de distracción y prisa. La próxima vez que se sienta perdido en el ruido, recuerde que el silencio está siempre con usted, siempre listo para ser utilizado como una herramienta práctica para volver a conectarse con el mundo.
(Siga leyendo en Shhh: 5 lecciones de vida que aprende al permanecer en silencio).
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